martes, 26 de febrero de 2013

Ramón Pérez de Ayala



Vida.

Ramón Pérez de Ayala nace en Oviedo en 1880 y muere en Madrid en 1962.

Tuvo grandes conocimientos de humanidades, codeándose con grandes figuras de la cultura y la intelectualidad de su tiempo.

Estudió Derecho bajo la protección de Leopoldo Alas Clarín, al que admiraba profundamente.

Estuvo en contacto con las filosofías del krausismo y el regeneracionismo, que pretendieron una renovación de la educación española durante las primeras décadas del siglo XX. También, con el movimiento estético decadentista, procedente de Europa. Fue dandy y liberal, en un momento en el que ambas categorías (sobre todo la primera) no estaba nada extendida en España.

Estuvo en contacto con los modernistas, especialmente con Azorín y con Valle Inclán.

Creó, junto a Gregorio Martínez Sierra y María Lejárraga, la revista modernista Helios.

Tras el escándalo que produjo la publicación de su novela Tinieblas en las cumbres, salió de España y pasó varios años viajando por Europa. Al hilo de esos viajes trabajó como corresponsal durante la Primera Guerra Mundial.

En 1927 ganó el Premio Nacional de Literatura y en 1928 fue elegido miembro de la RAE.

Apoyó la proclamación de la Segunda República, pero se desencantó pocos años después.

Con el estallido de la Guerra Civil, se exilió y no regresó a España hasta 1954.

A su vuelta, se encontró con que el régimen franquista rechazaba sus obras.

Pasó los últimos años de su vida escribiendo críticas teatrales para ABC.


Obra.

A lo largo de su vida, Ramón Pérez de Ayala cultivó todos los géneros literarios, con excepción del teatro (tras un breve intento, fracasó y desistió).

En sus obras, emplea un lenguaje lleno de ironía, con numerosas referencias intertextuales y cultismos. También maneja el cambio en el punto de vista.

De entre todas sus obras destacan:
La paz del sendero (1904); poesía.
Las máscaras (1917-19) y Política y toros (1918); ensayos.
Tigre Juan (1926) y El curandero de su honra (1926); novelas.


Crítica teatral.

Las críticas teatrales de Pérez de Ayala están llenas de ironía. Además, son muy literarias; a veces emplea recursos como el relato o el diálogo para introducir su opinión sobre las obras que analiza.
Sus críticas atienden sobre todo al análisis del autor y del texto, y no tanto la puesta en escena y la interpretación.

Hábilmente, suelen recoger también la reacción del público.

A Pérez de Ayala le fascinó el teatro de Pérez Galdós, el de los hermanos Álvarez Quintero y el de Arniches. En cambio, perduran varios textos en los que se muestra muy duro con el teatro de Benavente.

Por lo demás, elogia a Valle Inclán y critica a Wilde (en este último caso quizá más bien basándose en criterios personales y no demasiado literarios).

Pérez de Ayala afirma tajantemente que el teatro occidental debe ser aristotélico.


Algunos ejemplos de críticas teatrales.

- En "Santa Juana de Castilla", Pérez de Ayala hace uso de un recurso muy literario. Comienza relatando la historia de la reina Juana de Castilla, como si de un cuento se tratara. Casi al final de la crítica, el autor revela que se trata de una crítica teatral sobre un espectáculo basado en dicho personaje. Llama la atención el elogio de Margarita Xirgu.

- En "Coloquio con ocasión de una terrible leona" Pérez de Ayala emplea también recursos literarios; en este caso la narración y el diálogo, como vía para presentar su crítica de la obra. Interesa su reivindicación de la tragedia como género, a lo que añade el reproche a la falta de preparación para la misma del público del siglo XX. Sorprende, por ejemplo en esta crítica, la falta de atención por parte del autor, tanto a la puesta en escena como a la interpretación del texto teatral.

- En "El mal que nos hacen" Pérez de Ayala responde a una acusación que había recibido y que le reprochaba su falta de atención al teatro de Jacinto Benavente. El autor ahonda en su crítica de "El mal que nos hacen", por la falta de caracterización de los personajes por medio del lenguaje (según él, todos hablaban igual). Le reprocha a Benavente la utilización de un lenguaje lleno de cultismos, para lucimiento del propio autor. Señala asimismo la interpretación de Margarita Xirgu, a quien considera una de las grandes actrices de su tiempo. Por otro lado, en esta crítica pone de manifiesto la opinión del público, que pateó la obra; algo especialmente incisivo, pues se evidencia como algo incontestable.


Opinión personal.

Pienso que la crítica teatral de Pérez de Ayala se encuentra imbuida de los valores de su tiempo. Su figura resulta interesante en la medida en que fue un hombre enormemente culto, que se empapó de los principales movimientos y novedades culturales de su época. Así, podemos considerar que fue un hombre de perfil progresista.

No obstante, entre sus textos figuran ejemplos de cierta limitación de esa apertura ideológica y cultural, en alguna medida -imagino- por el contexto geográfico e histórico en que vivió. Sucede así, en sus críticas a la persona -más que a la obra- de Oscar Wilde.

La utilización de elementos literarios en las críticas es el rasgo que me ha parecido más interesante de las mismas, ya que vuelve más creativo el ejercicio de la crítica. Por otro lado, aunque es un rasgo generalizado en la crítica teatral de comienzos del siglo XX, sorprende la falta de atención a la puesta en escena.

La utilización de la ironía, muy fina, continúa la estela de Larra, y seguramente es también uno de sus rasgos más destacables.

martes, 19 de febrero de 2013

EL AMANTE DEL CIRCO




La crítica teatral no influye en el ánimo del público
Alfredo Marquerie, 29 de abril de 1965, Tánger

Alfredo Marquerie. Mahón. 1907.



Periodista y crítico teatral, Marquerie pasó su infancia y su juventud en Segovia y Marruecos. Se doctoró en derecho en Madrid pero no llegó a ejercer, pues pronto eligió el camino del periodismo y la literatura. Durante su carrera obtuvo numerosos premios por sus trabajos periodísticos, entre ellos dos Nacionales de Teatro. Ejerció la crítica teatral, primero en INFORMACIONES, luego en ABC y finalmente en el diario PUEBLO. Fue redactor jefe de NO-DO durante veinte años, colaborando activamente en radio y televisión. Su labor como corresponsal de prensa le llevó a viajar por toda Europa para entrevistar a destacadas personalidades de la cultura y la política. Publicó miles de artículos y medio centenar de libros de poesía, crítica, novela, cuento, biografía y ensayo. También fue director teatral y adaptador de los clásicos, griegos, latinos y españoles. Falleció en 1974, a la edad de sesenta y siete años, víctima de un accidente de automóvil.



A pesar de su inicial adhesión a la República, Marquerie fue uno de los intelectuales que formó parte de la Falange desde su fundación. Después de la guerra civil se convertiría en figura destacada del panorama cultural de la España franquista. Entre la mediocridad reinante, Marquerie se distinguió por su personalidad polifacética, su amplia cultura y su temperamento activo, vehemente y apasionado.



En ese ambiente de férrea censura y a pesar de su significación política favorable al régimen autocrático de Franco, Marquerie valoró positivamente el teatro anglosajón del momento y el teatro alemán de vanguardia. Defendió el teatro del absurdo de Mihura y Tono frente al de Ionesco, realizando encendidos elogios de NI POBRE NI RICO y sobre todo de TRES SOMBREROS DE COPA, textos anteriores a LA CANTANTE CALVA, LAS SILLAS o LA LECCIÓN, del dramaturgo francés de origen rumano. Marquerie admiraba el humor de Mihura, por la poesía que llevaba dentro. También realizó una defensa, que convirtió en lucha personal, de la obra de Jardiel Poncela, contra el rechazo que el teatro del dramaturgo suscitó entre los críticos de la época. 



En la profesión teatral la opinión de Marquerie era garantía suficiente para que un autor saliera adelante. Si no se contaba con el visto bueno de Marquerie, el creador estaba perdido. En una época en la que los críticos tenían sabiduría teatral y poder editorial, sus críticas preocupaban tanto a los directores de periódicos, como a los directores de escena, a los intérpretes y a los dramaturgos. Marquerie convivía con las gentes de la farándula, además leía en francés e inglés y estaba al día de los textos que se exhibían en los países del entorno europeo. Era respetado y leído. Pronto se convirtió en un creador de opinión.

Marquerie dejó paso en la sección de crítica teatral de "Informaciones" a Eduardo Haro Tecglen, autodidacta total que nunca pisó un aula universitaria consiguió ascender, en aquel ambiente periodístico, hasta las más altas responsabilidades, siendo pues "heredero" de Alfredo Marqueríe en el diario al servicio del régimen franquista. Las semejanzas y oposiciones en la forma de hacer crítica de estos dos hombres, pertenecientes a diferentes generaciones e ideologías, darían lugar a un interesante estudio de la evolución de la crítica teatral en España, y de la Historia del país, desde 1930 hasta el final del siglo XX. 



Alfredo Marquerie sintió un amor especial por el circo, una pasión que le llevó a escribir varios libros sobre el arte circense. En múltiples ocasiones actuó en las pistas con fines benéficos e hizo peculiares entrevistas sobre la arena. Sobre este mundo escribió reportajes que reflejan momentos intensamente vividos. Era una devoción "espectacular" que le llevó, entre otras cosas, a entrevistar a un domador desde el interior de una jaula de leones y a publicar después Desde la jaula de los leones, libro que narra las anécdotas vividas. Alcanzó notoriedad con sus reportajes, para después contar sus experiencias e impresiones de una manera directa, con una prosa viva teñida de humor. Un mes con el circo (1955) es al tiempo narración y diario de treinta días vividos por Marqueríe en el Circo Estambúl, bajo el nombre de Profesor Ignotus, prestigitador que cubría sus ojos con un antifaz.

En su libro de memorias Personas y personajes, Marquerie repasa sus años de infancia y juventud y presenta una serie de semblanzas sobre un grupo de hombres (solamente hombres, no aparece ninguna mujer en sus recuerdos) a los que conoció y admiró, agrupados en cuatro categorías: directores, extravagantes, gentes de circo y figuras estelares.



ANTONIO MACHADO

Marquerie llegó a conocer en persona y con cierta intimidad al poeta sevillano, durante el tiempo que este vivió y trabajó en Segovia, ciudad a la que llegaría en noviembre de 1919. Marquerie recuerda la devoción que él y sus jóvenes compañeros sentían por la labor pedagógica de Machado: "nos preguntaba, nos oía, hasta se dignaba polemizar, sin tener para nada en cuenta la abismal diferencia de edad, talento y cultura. Nos aleccionaba sencilla y cordialmente..."



En Segovia Machado conoció a Güiomar, la musa de sus últimos versos, con quien mantuvo una relación de amor platónico. Parte de la apasionada correspondencia que mantuvieron fue publicada años más tarde por Concha Espina.



En su retrato machadiano Marquerie ofrece una imagen humana del poeta y refiere sabrosas anécdotas que confirman el aspecto descuidado del profesor de instituto y corroboran aquellos conocidos versos : "ya conocéis mi torpe aliño indumentario".  Según cuenta el escritor y periodista mallorquín, una de las visitas a Machado que más eco dejó fue la que realizó un grande de la poesía española, Juan Ramón Jiménez. Machado ofreció a Juan Ramón una silla de mimbre para que el poeta onubense descansara, pero este la rechazó por que un huevo frito seco anidaba petrificado en el asiento. Aunque este incidente pudiera resultar exagerado, Marquerie confirma que no era infrecuente ver a Machado con lamparones, ceniza seca y hasta un macarrón adherido en su levita. Resulta grato al lector la manera en la que Marquerie combina las imágenes de la vida cotidiana de Machado, sus largos paseos, su afición al vino barato de las tabernas, con otras en las que se pone de relieve su extraordinaria sensibilidad poética, sus anotaciones en los cuadernos que siempre llevaba consigo, el extremado lirismo que Marquerie alaba sin reservas.

Marquerie también coincide con el poeta en los viajes que Machado hace a Madrid. En estas escapadas a la capital, a finales de los años veinte, Machado frecuenta a una mujer pequeña y delgada que se parece enormemente a Leonor, la joven esposa muerta del poeta. Marquerie los ve juntos en el Café del Norte y se extraña de que Machado comparta velador junto a ella. Al día siguiente de verlos Marquerie está sentado con un grupo de amigos y comprueba que la mujer ha vuelto al café y está esperando en la puerta. Se da cuenta de que es una prostituta que ha establecido allí su puesto de guarda en espera de clientes. Marquerie la aborda y se produce el siguiente diálogo:

MARQUERIE: ¿Y conoces mucho a este señor?
MUJER: Ya lo creo, viene cada sábado a buscarme.
MARQUERIE: Y ¿Sabes quién es?
MUJER: No..debe ser un sabio. Entiende de todo y me dice cosas muy bonitas. Es amable y cariñoso como nadie....vamos, como si en lugar de ser lo que soy, fuera una señorita. ¡Qué caballero!
MARQUERIE: ¿Y cómo le conociste?
MUJER: Como a todos. Le dije: "¿Quieres venirte conmigo?" Y cuando me despido le digo que vuelva pronto y le llamo "serrano".
MARQUERIE: ¿Y por qué?
MUJER: Por que así llaman en mi pueblo a los de Segovia. Y creo que él es de allí.
MARQUERIE: No, no es de allí, vive allí.
MUJER: Qué más da. Además le gustan mucho los tiestos con rosas que tengo en el balcón.

Unos versos de Machado describen de forma poética sus encuentros con la prostituta:

Y rosas en un balcón,
a la vuelta de la esquina,
calle de Válgame Dios.
Amores en el atajo,
de los de "vente conmigo".
¡que vuelvas pronto serrano!

Marquerie concluye la semblanza de Machado con una gran tristeza. En el último encuentro entre ambos, pocos días antes del estallido de la Guerra Civil, Machado, siempre según Marquerie, aunque se define como "liberal" abomina de las formas con las que se comportan las huestes comunistas, especialmente las mujeres. Esta última entrevista iba a ser publicada en el periódico "Informaciones", pero el estallido de la contienda lo impidió. Marquerie se lamenta del destino que sufrió Machado, de la utilización que se hizo de su figura y del abandono de sus restos en Colliure, ante la indiferencia del régimen franquista por aquel "hondo, extraordinario e inmenso poeta".


Interludio



Investigando sobre la huella que Alfredo Marquerie ha dejado en la profesión de crítico teatral hemos encontrado diferentes referencias, no solo bibliográficas, sobre su trabajo como escritor de críticas teatrales, si no también manieristas, es decir inspiradas en su propio estilo como crítico. Aquí tenemos una muestra en la crítica publicada hace unos meses por Antonio Castro con ocasión del estreno de "La loba".


No es “La Loba” una obra habitual en la escena española. Seguramente muchos directores interesados no se atrevieron a montarla teniendo el precedente de la versión cinematográfica protagonizada en 1941 por Bette Davis. No obstante, en 1957, el director Claudio de la Torre la presentó en el María Guerrero con el título de “Como buenos hermanos”. En el estreno Alfredo Marqueríe afirmaba que la obra “adolece de los defectos del folletín y del melodrama”. Medio siglo más tarde se confirman estos defectos. Y no es que la capacidad depredadora de los hermanos Hidden no sea plenamente actual. Que su inmoralidad a la hora de engañar a los más desfavorecidos no siga existiendo entre banqueros y empresarios. Es que el drama gira en torno a las maniobras de Regina para escapar de su entorno rural, de infiltrarse en la alta sociedad a costa de lo que sea. También existen hoy cientos de reginas que venden su alma al diablo por estar diez minutos en un plató de televisión. 


Pero a esta loba de Nuria Espert parece que le quedan pocos colmillos y no demasiado afilados. La participación de la actriz responde a esa idea del teatro que apuntábamos al principio. A una época en la que no importaba que la edad del intérprete se alejara décadas de la de su personaje. Cuando la adolescente Doña Inés la hacían actrices de cincuenta años y el juvenil Tenorio ancianos de setenta...



Para la lectura de críticas y otros textos teatrales de Alfredo Marquerie, remito al blog

http://criticateatralteoria.blogspot.com.es/2011/03/sobre-alfredo-marquerie.html

en donde encontraréis cumplida información y ejemplos de su trabajo como crítico teatral. 



DRAMATIZANDO A MARQUERIE



LA CASA DE LA PLAZA DEL PROGRESO 

MADRID, JUNIO DE 1932.

1. Despacho del director del periódico "Informaciones". PUJOL, el director, está sentado detrás de una mesa repleta de papeles, galeradas, lapices rojos y azules. La puerta se abre y entra un joven vivaracho de 25 años, MARQUERIE, el redactor.

PUJOL: Pase, pase Marquerie.
MARQUERIE: Buenos días señor, ¿Cómo va lo mío?
PUJOL: Tranquilo, tranquilo. Todo a su tiempo. Ya he hecho el contacto familiar con los dueños del periódico. Hay que esperar.
MARQUERIE: Pero ¿me quieren aquí o no? Por que yo puedo esperar, pero si no me quieren me busco otro diario y...

El director le corta en seco

PUJOL: Calle, hombre, calle, no sea tan vehemente. A ver, haga usted puntos...
MARQUERIE: ¿A quién tengo que desayunarme esta mañana?

PUJOL: Un primer espada. Adivine.
MARQUERIE: ¿Unamuno?
PUJOL: Frío.
MARQUERIE: ¿La Xirgu?
PUJOL: Templado.
MARQUERIE: Lorca
PUJOL: No.
MARQUERIE: (Con cara de espanto) ¿Valle-Inclán?
PUJOL: Ahí le ha dado.

Marquerie se sobrepone a la primera impresión y se pone firme.

MARQUERIE: ¿Cuándo?
PUJOL: Ahora mismo. Valle Inclán está quejoso, y con razón, con la República.  Vaya a verle y tírele de la lengua. Y vuelva corriendo, quiero sacarlo en la edición de mañana.

Marquerie hace ademán de replicar pero el director le señala la puerta y el joven redactor sale corriendo.

2. PLAZA DEL PROGRESO. PISO. HABITACIÓN.

a) Marquerie de pie frente a un portal, fumando compulsivamente un cigarrillo, con un bloc de notas en una mano y un lapicero corto en la otra.

MARQUERIE: (Ensayando) Buenos días, Don Ramón, cómo está su salud. ¿Me envían del periódico...tonterías...allá voy....

Marquerie tira el cigarrillo, guarda el bloc en un bolsillo y entra en el portal.

b) Marquerie llama a una puerta, después de unos segundos, CONCHI, una joven atractiva de la misma edad que Marquerie, abre la puerta.

CONCHI: Buenos días ¿Qué desea?
MARQUERIE: (Que se ha quedado prendado por la joven, tartamudea). Bueeeeee....perdone...me mandan para hablar con....Valle, vaya, vaya...
CONCHI: Oiga, ¿está usted bien?
MARQUERIE: (Se recompone). Sí, sí, perdone. Me envían del diario "Informaciones" para hacerle una interviú a Don Ramón. ¿Usted es su hija?
CONCHI: (Le mira de arriba abajo). Sí, pase, mi padre le está esperando.

Conchi le hace pasar y le conduce a través de un largo pasillo hasta la puerta de una habitación.

CONCHI: Tenga cuidado con lo que le dice. Está muy enojado, además le acaban de hacer una trasfusión de sangre y se encuentra débil. Si le amenaza o le saca un cuchillo que tiene debajo de la almohada, grite y yo vendré a ayudarle.

Marquerie aguanta la respiración. Conchi abre la puerta. Por el balcón semicerrado de la alcoba entra oblicuamente una espada de luz. Un hombre de más de sesenta años, delgado, pálido, con larga barba blanca y camisón del mismo color, fuma cigarrillos aromáticos tumbado en la cama. Al hombre, VALLE-INCLÁN, le falta el brazo izquierdo.

(Continuará)

TRAGEDIA GUARANÍ





Los alumnos de 4º curso de Dramaturgia 2012-2013 presentan la Muestra de piezas breves en la Sala García Lorca de la REAL ESCUELA SUPERIOR DE ARTE DRAMÁTICO de Madrid.


Un año más, con la coordinación del profesor Julio Escalada, los alumnos y alumnas de cuarto curso de la especialidad de Dramaturgia, ponen en pie sus piezas breves, escritas durante el curso anterior, bajo la tutela de la profesora Itziar Pascual. Rosalía Martínez, Alicia Casado, Pedro Entrena, Juan Ríos, Manuel Serén, Nieves Rodríguez Rodríguez, Rolando Castellano López y Felipe Vera tienen, durante las próximas semanas, la oportunidad de dar vida a sus propios textos y realizar una incursión en la producción y dirección escénica de un montaje teatral.

La actriz, directora y dramaturga Rosalía Martínez presenta la obra LA FLOR DE LA MOSTAZA. En palabras de la autora "la obra se atiene a los elementos formales del género canónico, la tragedia, con todos sus ingredientes: hamartia, lance patético, anagnórisis y catarsis". Rosalía ha querido introducir el trasunto del arquetipo edípico en el relato y dar una visión personal de una tragedia que la afecta muy de cerca: "quería poner en escena la situación que se vivió en mi país, Argentina, bajo la dictadura militar, y también en España, ya en democracia, con los casos de los niños robados en el momento de su nacimiento, que fueron vendidos sin escrúpulos y entregados a familias que ocultaron durante décadas la verdad".

"La obra crece en intensidad a medida que alcanza su momento climático", explica Rosalia, que se muestra segura del trabajo que ha realizado con su texto y con los ensayos de sus actores y actrices. Teatro político con una fuerte carga de denuncia, bajo el armazón clásico de la tragedia.




LA FLOR DE LA MOSTAZA
Martes, 19 de febrero de 2013
19:30
SALA GARCÍA LORCA
RESAD 
Avda. Nazaret, 2
MADRID

LA OTRA CARA



Un rito de paso es un tipo de ceremonia comunitaria que celebra el movimiento social de los individuos, su entrada en el grupo al que se desea acceder. La mayoría de estos ritos tienen lugar en una etapa de frontera o umbral, en momentos importantes de transición en la vida de una persona. En todas las sociedades existen estos rituales que simbolizan el cambio de status de la persona que los realiza, del iniciado. Están en todas las culturas y en todas las civilizaciones conocidas.

También en el teatro, una de las ceremonias más antiguas que hoy en día prevalecen, estos rituales de paso son actos obligados para todas aquellas personas que quieren formar parte activa de su comunidad. 

Desde hace dos años se produce cada mes en Madrid una serie de ritos de paso teatrales, dentro de la programación que la empresa Microteatro por dinero ofrece al espectador. 

Después de adquirir la entrada en taquilla, el público visita el bar, que según los promotores es el verdadero negocio de la empresa. Luego, a la hora señalada y como en la película de David Linch El hombre elefante, una responsable de sala hace descender a los espectadores al sótano para ver a los y las artistas, que en unas condiciones difíciles, se preparan para una nueva función, de las seis que tendrán que celebrar cada noche.

Lo que para las actantes son actos de amor y de hospitalidad, manifestaciones de la ilusión por el encuentro con el público para el que se realiza la ofrenda, para los gurús que lo organizan son palabras y números encastrados dentro de un cubículo. No se tiene respeto alguno por las condiciones de exhibición, por el sonido fluido que llega de la función de la sala vecina, que traspasa los débiles tabiques que separan unos zulos de otros, o por el olor a rayos que se concentra en las claustrofóbica zona de representación. Todo al módico precio de 4 euros por unos doce minutos de teatro, lo que trasladado a una obra de una duración media, supondría un coste de 30 euros por cabeza, sentados, eso sí, en cómodas banquetas de IKEA, no aptas para todos los traseros. 

Escribo todo esto al hilo del paso por mpd de la pieza EL OTRO LADO de Lola Fernández de Sevilla, con dirección de Bárbara Risso. El texto, atravesado por el lenguaje poético que la autora imprime a sus creaciones, nos habla de la necesidad urgente de sacar al teatro a la calle y confrontarlo con la realidad. Las interpretaciones de Fernando Martín y Laura Salido están a la altura de la poesía de la obra, especialmente en el caso de la actriz, que borda algunos momentos de histrionismo que nos recuerdan a la Norma Desmond de Sunset Boulevard, el clásico del magistral Billy Wilder. 

La ilusión por pasar "al otro lado" se ha convertido en un hecho. La ceremonia del teatro, la comunión entre público, actores y obra se ha producido. El rito se ha cumplido.

martes, 12 de febrero de 2013

Teatro clásico y pecados capitales




La primera muestra del Taller de Teatro Clásico de tercero de Dirección Escénica se estrena esta semana en la Real Escuela Superior de Arte Dramático con ejercicios ambientados en espacios tan diversos como un cabaret berlinés de los años 30.

Se trata de la primera vez que los alumnos y las alumnas de este curso se adentran en la escenificación de textos pertenecientes al repertorio del teatro clásico español.

La muestra, coordinada por el profesor Nacho Sevilla, tiene como eje articulador la temática de los siete pecados capitales. “La idea era que cada uno pudiéramos centrarnos en un pecado capital”, explica Antonio Domínguez; “realizar una investigación sobre el mismo, buscar textos y adaptarlos”, añade.

Una constante en el trabajo de preparación de los montajes ha sido la necesidad de llevar a cabo una dramaturgia propia a partir de los textos elegidos. Amanda Marinas señala que, en su caso, ha utilizado tanto textos clásicos originales, como versos escritos por ella misma a partir de aquellos, y añade que “lo más complicado ha sido el trabajo con la métrica”.

En la escenificación, los futuros directores y directoras han tenido libertad para llevar a cabo puestas en escena alejadas de una lectura estrictamente fiel a las convenciones del Siglo de Oro. Antonio Domínguez ha trabajado con un coro en escena, mientras que Amanda Marinas ha ambientado su montaje en el Berlín de los años 30.

Las alumnas y los alumnos valoran de manera muy positiva la experiencia. “Sobre todo, me ha permitido trabajar los elementos musicales del texto”, señala Amanda Marinas; “la ligazón entre música y texto, y la musicalidad intrínseca de este último”, concluye.

Se realizarán dos pases de la muestra, y para asistir a la misma no es necesaria inscripción previa.

Muestra de Taller de Teatro Clásico
Miércoles 13 a las 15h.
Jueves 14 a las 11h.
RESAD de Madrid
Avda. Nazaret, 2
Aula 2.13